El pasado fin de semana, nuestro colegio se vistió de gala para celebrar la esperada Fiesta Campestre 2025, un evento que superó todas las expectativas. La jornada fue una explosión de color, música y alegría, donde las familias napolitanas se reunieron para honrar nuestras tradiciones más arraigadas. El plato fuerte, sin duda, fue la espectacular gala folclórica que nos transportó al vibrante norte de Chile. Desde los apasionados tinkus y los enérgicos caporales, hasta la imponente morenada, el ritmo del tumbe y la singularidad de la waca waca, cada baile fue ejecutado con maestría por nuestros talentosos estudiantes de séptimo básico a cuarto medio. Este despliegue artístico no solo demostró su dedicación, sino que también nos recordó la riqueza cultural de nuestra tierra.
Además del impresionante espectáculo, la fiesta ofreció un espacio para la diversión y el reencuentro. Los juegos típicos chilenos revivieron la inocencia de la infancia, mientras que el aire se impregnaba de los deliciosos aromas de nuestras comidas típicas. La jornada también fue escenario del emocionante campeonato de cueca, donde varias parejas demostraron su destreza y pasión por nuestro baile nacional. Este ambiente festivo y familiar consolidó la esencia de nuestra comunidad: un lugar donde la tradición se transmite de generación en generación y el lazo entre las familias se fortalece con cada risa y cada baile.
No podemos concluir sin expresar nuestro más sincero agradecimiento. Agradecemos a cada estudiante por su esfuerzo y compromiso en la preparación de este gran número artístico. A los profesores y personal, por su incansable labor en la organización de este evento. Y, por supuesto, a todas las familias napolitanas que asistieron, compartieron y llenaron la jornada de energía positiva. Su participación es el corazón de estas celebraciones y lo que hace posible que nuestra cultura siga viva. ¡Esperamos verlos a todos en la próxima edición!
Además del impresionante espectáculo, la fiesta ofreció un espacio para la diversión y el reencuentro. Los juegos típicos chilenos revivieron la inocencia de la infancia, mientras que el aire se impregnaba de los deliciosos aromas de nuestras comidas típicas. La jornada también fue escenario del emocionante campeonato de cueca, donde varias parejas demostraron su destreza y pasión por nuestro baile nacional. Este ambiente festivo y familiar consolidó la esencia de nuestra comunidad: un lugar donde la tradición se transmite de generación en generación y el lazo entre las familias se fortalece con cada risa y cada baile.
No podemos concluir sin expresar nuestro más sincero agradecimiento. Agradecemos a cada estudiante por su esfuerzo y compromiso en la preparación de este gran número artístico. A los profesores y personal, por su incansable labor en la organización de este evento. Y, por supuesto, a todas las familias napolitanas que asistieron, compartieron y llenaron la jornada de energía positiva. Su participación es el corazón de estas celebraciones y lo que hace posible que nuestra cultura siga viva. ¡Esperamos verlos a todos en la próxima edición!